VESTIGIOS MITOLÓGICOS

Nemea era un pequeño poblado ubicado en el valle del río que lleva su mismo nombre en Argólide. Era sede de uno de los tantos santuarios que Zeus tenía esparcidos por Grecia y el lugar donde se celebraban los prestigiosos Juegos Nemeos.

En sus bosques habitaba el famoso “León de Nemea”. Una bestia despiadada que atemorizaba a las personas, mataba a los rebaños y arruinaba las siembras. los mortales no podían hacerle daño ya que las armas de metal, ni las de madera ni las de piedras lo herían, debido a su pelaje impenetrable y sus garras tajantes. Se decía que era hijo de Zeus y Selene y que había sido enviado a la tierra, como otras de las tantas pruebas a las que Zeus sometía a los hombres.

Matar al león y desojarlo de su piel, fue el primero de los doce trabajos que se le exigió a Heracles. Este se enfrentó al león usando su arco y flecha, un garrote hecho de un olivo y una espada de bronce, pero todas las armas resultaron inútiles. La cueva del animal tenía dos entradas: Heracles incitó al animal para que penetrara en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y lo estranguló. Pero el trabajo aún no estaba terminado, ya que todavía debía despojar al león de su piel. Pero como ésta resultaba impenetrable a las armas, estuvo horas y horas intentándolo sin éxito. Al fin Atenea, disfrazada de vieja sabia, ayudó a Heracles, advirtiéndole que las mejores herramientas para cortar la piel del león eran sus propias garras. Con esta pequeña intervención divina, Heracles completó su primer trabajo.

Zeus convirtió al león en una constelación que representa la gloria eterna y la lucha tenaz que tuvo Heracles. De esta manera, dio origen al cumulo de estrellas que hoy conocemos como la constelación de leo.

En la plaza Casado de la fuente, de nuestra ciudad de Casilda, hay cuatro cabezas de león moldeadas en hierro. Pienso ahora, en voz alta, luego de narrar esta breve historia mitológica, que el hierro es buen material para representar a una bestia cuyo atributo principal era su piel impenetrable. Pienso, también, en los pequeños gestos que nos circundan cotidianamente y que ignoramos casi siempre sin pensar…

Columnista e Escritor: Bruno Theilig

Fecha de Emisión: 24/03/2020